Úlceras por presión: fases, prevención y cuidados esenciales
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Auxiliar de enfermería
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Las úlceras por presión son una de las complicaciones más frecuentes en pacientes hospitalizados o con movilidad reducida. También conocidas como escaras, se desarrollan por la presión prolongada sobre la piel y los tejidos subyacentes, lo que reduce la circulación sanguínea y provoca lesiones progresivas.
En el ámbito sanitario, su impacto va más allá del daño físico: afectan la calidad de vida del paciente, prolongan la estancia hospitalaria e incrementan el coste asistencial. Por ello, comprender sus fases, conocer las estrategias de prevención y aplicar cuidados adecuados resulta fundamental para los auxiliares de enfermería, ya que son quienes desempeñan un papel clave en la detección temprana y el cuidado integral de estas lesiones.
En este artículo analizaremos las fases de las úlceras por presión, las mejores prácticas de prevención y los cuidados esenciales que garantizan un abordaje integral de esta complicación.

¿Qué son las úlceras por presión?
Las úlceras por presión son lesiones localizadas en la piel y los tejidos subyacentes producidas por la presión, fricción o cizallamiento prolongado en una zona del cuerpo. Suelen aparecer en áreas donde el hueso está más cercano a la superficie cutánea, como los talones, el sacro, las caderas o los codos.
Se estima que entre un 5 % y un 15 % de los pacientes hospitalizados desarrollan este tipo de lesiones, siendo más frecuentes en personas mayores, encamadas o con limitaciones de movilidad.
Fases de las úlceras por presión

El reconocimiento temprano de cada fase es esencial para aplicar un tratamiento adecuado y evitar complicaciones.
Fase I: Eritema no blanqueable
- Enrojecimiento localizado en la piel que no desaparece al presionar.
- Puede acompañarse de calor, edema, induración o dolor.
- La piel aún está íntegra.
Fase II: Pérdida parcial del grosor de la piel
- Afecta la epidermis y parte de la dermis.
- Se presenta como una ampolla o úlcera superficial.
- Es dolorosa y sensible al tacto.
Fase III: Pérdida total del grosor de la piel
- El daño alcanza el tejido subcutáneo.
- La úlcera tiene aspecto de cráter profundo.
- Puede presentar necrosis en el lecho de la herida.
Fase IV: Pérdida total de tejidos
- Lesión extensa con destrucción de músculo, hueso o estructuras de soporte (tendones, cápsulas articulares).
- Alto riesgo de infección y complicaciones graves como osteomielitis o sepsis.
Fase no clasificable
- Presencia de tejido necrótico o escaras que impiden determinar la profundidad real de la lesión.
Sospecha de lesión profunda
- Área de color púrpura o marrón en la piel intacta.
- Indica daño en tejidos profundos antes de la aparición de una herida abierta.
Factores de riesgo
Las úlceras por presión no se desarrollan de forma aleatoria. Existen múltiples factores de riesgo que incrementan la probabilidad de aparición:
- Movilidad reducida: pacientes encamados o en silla de ruedas.
- Edad avanzada: piel más frágil y menor capacidad de regeneración.
- Enfermedades crónicas: diabetes, insuficiencia vascular o neurológica.
- Nutrición inadecuada: déficit de proteínas, vitaminas y minerales.
- Humedad constante: sudoración, incontinencia urinaria o fecal.
- Dispositivos médicos: mascarillas, sondas o yesos que ejercen presión localizada.
Prevención de las úlceras por presión

La prevención es el pilar fundamental del abordaje clínico. Implementar medidas simples pero constantes puede reducir significativamente su aparición.
Cambios posturales
- Realizar movilizaciones cada 2 horas en pacientes encamados.
- Favorecer la bipedestación o sedestación en quienes lo permitan.
- Utilizar cojines o superficies de apoyo que redistribuyan la presión.
Higiene y cuidado de la piel
- Mantener la piel limpia y seca.
- Evitar el uso de productos irritantes o excesivamente abrasivos.
- Aplicar cremas hidratantes que mejoren la elasticidad cutánea.
Nutrición adecuada
- Dieta rica en proteínas, vitaminas (A, C, E) y minerales como zinc y hierro.
- Suplementación nutricional en casos de déficit.
- Evaluación periódica del estado nutricional del paciente.
Educación al paciente y la familia
- Explicar la importancia de los cambios de postura.
- Enseñar a identificar signos iniciales de lesión.
- Fomentar la participación activa en el autocuidado.
Cuidados esenciales en pacientes con úlceras por presión

Cuando las úlceras ya se han desarrollado, los cuidados deben centrarse en la curación, el control de infecciones y la mejora del confort del paciente.
Valoración inicial
- Identificar la fase de la lesión.
- Evaluar el tamaño, profundidad, presencia de exudado o necrosis.
- Determinar factores de riesgo asociados.
Limpieza de la herida
- Uso de soluciones salinas o antisépticos no agresivos.
- Evitar productos irritantes como el agua oxigenada en exceso.
- Mantener un entorno húmedo controlado que favorezca la cicatrización.
Desbridamiento
- Retirar tejido necrótico mediante técnicas mecánicas, enzimáticas o quirúrgicas.
- Facilitar el crecimiento de tejido sano.
Control de infecciones
- Vigilar signos de infección: enrojecimiento, calor, dolor, secreción purulenta.
- Uso de antibióticos tópicos o sistémicos cuando sea necesario.
- Mantener una higiene estricta durante las curas.
Materiales de cura avanzados
- Apósitos hidrocoloides, hidrogeles, espumas o plata iónica según el caso.
- Favorecen la cicatrización y reducen el riesgo de infecciones.
Manejo del dolor
- Analgésicos prescritos según la intensidad del dolor.
- Técnicas de confort como cambios de posición más frecuentes o el uso de colchones antiescaras.
Impacto en el ámbito hospitalario y rol de enfermería
El abordaje de las úlceras por presión es un reto que involucra directamente a los auxiliares de enfermería. Su rol resulta fundamental en la prevención, la identificación precoz y el cuidado diario de estas lesiones. Algunas de sus responsabilidades clave son:
- Evaluar periódicamente la piel del paciente en riesgo.
- Aplicar protocolos de prevención y registrar las intervenciones.
- Coordinarse con otros profesionales de la salud en el manejo de casos complejos.
- Educar a pacientes y familias para continuar con las medidas preventivas en el hogar.
Este papel central convierte a estos profesionales sanitarios en pilares esenciales en la reducción de la incidencia y en la mejora del pronóstico de las úlceras por presión.
Conclusión: un reto clínico prevenible
Las úlceras por presión representan un desafío clínico que afecta tanto a la seguridad del paciente como a la eficiencia de los servicios de salud. Sin embargo, la mayoría de los casos pueden prevenirse mediante estrategias sencillas como cambios posturales, una adecuada nutrición y una vigilancia constante del estado cutáneo. El conocimiento de sus fases permite un diagnóstico temprano y un tratamiento más eficaz, evitando complicaciones graves.

